la casa,
el jardín, los tejados,
la cocina, los cuartos
el jardín, los tejados,
la cocina, los cuartos
y hacían nido en la cama.
No existían palabras,
ese hombre traía pegado
No existían palabras,
ese hombre traía pegado
en su lengua
el silencio
el silencio
de todos los tiempos.
El lenguaje brotaba en sus manos.
Su cuerpo y sus ojos
El lenguaje brotaba en sus manos.
Su cuerpo y sus ojos
me hablaban
de pájaros libres,
de sueños azules
de lunas dormidas
de hadas
de pájaros libres,
de sueños azules
de lunas dormidas
de hadas
de ángels
del mar y del fuego.
Hablaba el sabio lenguaje
Hablaba el sabio lenguaje
de la piel encendida,
de miradas profundas,
de la sangre caliente,
del alma en comunión,
un lenguaje ancestral
ese, que nunca miente.
del alma en comunión,
un lenguaje ancestral
ese, que nunca miente.
Angela Teresa Grigera
9 comentarios:
Hay momentos que el lenguaje de los cuerpos, es más intenso que el de las palabras (y más sabio).
Más te leo, más me agrada.
Abrazos.
Me descubro ante tu blog, una sorpresa tras otra.
Te seguiré.
La piel habla más que la lengua, y no miente como la lengua.
Un abrazo Ignacio.
Anngiels
gracias Toro, por devolverme la visita, espero sigas pasando por aqui
anngiels
Anngiels, te estoy conociendo y me gusta lo que escribes.
Saludos.
Muchas gracias Pegatina, y bienvenida
anngiels
Realmente bonito
salu2
Antona, gracias por tu visita.
Un saludito ;)
La elocuencia del silencio.
Me fascina leerte, Anngiels!
Lira Azul
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