EN MEMORIA DE TU AMOR

EN MEMORIA DE TU AMOR
SIEMPRE EN MI CORAZÓN

NO SE COMO CAISTE ACA



jueves, diciembre 27, 2007

Tus manos en tiempo presente



Tus manos despiertas
aladas me tocan,
sonrien mis labios
tus manos retozan,
caminan y bailan
inquietas, gozosas.

Tus manos aladas,
tus manos gloriosas,
son suaves palomas,
tardes tormentosas,
caricias...ternura...
paciente dulzura
fragante pañuelo
que seca mis ojos
y ahuyentan el miedo.

Tus manos el nido
que busca mi cuerpo
despierto o dormido.


Angela Teresa Grigera
Imagen tomada de Google

viernes, noviembre 02, 2007

A Ernesto, mi amor



 

2 de Noviembre 2007
Con todo mi amor

Quisiste despojarte de un vestido convertido en harapos
que aprisionaba tu alma libre, integra, limpia.
Mis manos sintieron la impotencia de ya no poder aliviarte,
vi tus ojos nublados y comprendí que querías abrir tus alas y volar.
Pensé en esos momentos que te perdía, que me abandonabas,
que ya no volvería a tenerte, que nuestras manos ya no se unirían,
que no dormiría más abrazada a tu cuerpo, ni podría volver a besarte
y ya nunca escucharía tu voz seductora diciéndome:
te amo mi amor…mi amor…sos mi vida.
No quería perderte. A vos que amabas tanto la vida,
era injusto que la muerte te llevara;
pronto comprendí que ella no te llevaba ni yo te perdía.
Que lo que quedaba en esa fría bóveda no era el hombre que yo amaba,
era solo un traje ocasional, un vestido gastado, hecho jirones.
Mi hombre, mi amante, mi compañero, el padre de mi hijo, el amigo, el tipo derecho,
el ser humano cabal, digno, fiel a sus principios, estaba y estará siempre conmigo.
Entonces la misma paz que vi en tu rostro amado, en tu gesto distendido, tranquilo, se apoderó de mi alma y sentí que me estabas acompañando,
que estabas en mí y que nunca te irías.
Porque casi 20 años de amor no se entierran, no se desvanecen en el aire, no se pierden,
se transforman en esta paz, en esta plenitud, en esta sensación de habernos entregado todo, sin dobleces, sin engaños, sin sacrificios.
Porque el amor no es sacrificio, es entrega.
Por eso hoy quiero decirte que me costó soltarte la mano,
que te agradezco el haberme apuntalado siempre,
y esa entrega tuya permaneciendo conmigo apostando a la vida a pesar de la enfermedad, y a veces del dolor;
que te amé y te amo porque no merecías más que eso,
que te amara, te adorara, te idolatrara,
porque fuiste el mejor hombre, el mejor padre, el mejor esposo, mi compañero entrañable, mi ángel guardián desde el momento que me conociste,
porque nunca voy a olvidar cuando me dijiste
mirándome a los ojos cantando los versos de un tango
…se adivina con mirarte que no te han querido bien…
y ahí mismo me tomaste de la mano y ya nunca me soltaste.
Por eso y por tantos años de haberme hecho sentir importante en tu vida, feliz,
por haberme hecho sentir mujer, amada y respetada Gracias…
aunque siempre dijimos que el amor no se agradece,
se da, se comparte, se vive, se entrega.
Nuestro amor fue así, una entrega total.
Dios te de el lugar que mereces en su universo,
en mi corazón y mi alma tenés el lugar
que solo los amores grandes como el nuestro tienen.
No siento que te fuiste
No siento que no estás
Ni siento que te perdí
sé que aún me tenés tomada de tu mano para guiarme siempre.
Simplemente quiero repetirte lo que te dije por última vez
Y lo que me dijiste en tus últimas palabras.
Ernesto te amo…te adoro…fuiste y sos mi sol
como vos sentías que yo era tu vida.
Descansá en paz, que yo tengo en el alma
la paz que me dejaste tatuada en tu amado rostro.
Te amo

El 31 de octubre Ernesto, el hombre que me hizo feliz por casi 20 años se fue de este mundo hacia el universo celestial, pido una oración por su alma merecedora de luz eterna. Gracias

        Angela Teresa Grigera                   
 

sábado, septiembre 29, 2007

Brutalmente salvaje te quiero




No, no quiero un lecho de pétalos de rosas,
ni suave brisa acariciándome
tampoco suave trinar de pájaros.
Ni quiero mar sin oleaje
ni noche azul estrellada.

Quiero las espinas de tus manos desgarrando mi piel
en sábanas azules, océano revuelto de satín.
Quiero el huracán impetuoso de tus besos
desprendidos de filosos marfiles hundidos en mi carne.

Quiero el rugir de la bestia en cada espasmo
cabalgando en mi grupa.
Quiero la embestida de la ola descontrolada
contra el acantilado.
Quiero el volcán encendido de mi sexo
escupiendo su lava ígnea.

Azótame con tu respiro,
amordázame de caricias,
venda mis ojos con tus besos,
átame a tu poste firme y erecto,
te quiero sin piedad…sin redención…
envuelta en pecado piérdeme en la oscuridad profunda
de la noche sin luna ni estrellas.
Vos y yo en pleno eclipse.

Condenados al cadalso o al infierno
brutalmente salvaje te quiero,
posesos de esta lujuria demencial gobernándonos,
haz de mí, incontrolable tsunami arrasándote.



Angela Teresa Grigera
Imagen tomada de la red


miércoles, septiembre 19, 2007

LA OFRENDA




Como mariposas enloquecidas sus besos se desperdigaban por su cuerpo despertando instintos que ardían a flor de piel. La sabiduría de sus dedos escribían plegarias en la tabla de su espalda, mientras ella solo respiraba su aliento que en bocanadas calientes llegaba hasta su moreno rostro.
Siguiendo la pendiente pronunciada de su largo cuello una senda de dulce saliva terminaba en la cima de sus senos donde dos preciosos botones esperaban el perfecto ojal de su boca carnosa. Se entregó sin reparos. Las manos, la boca, la lengua de él eran un ejército conquistando cada centímetro de su territorio, colinas, ríos, praderas, su mar y sus cavernas. Se rindió sin protesta alguna, dócil, sumisa, esclava de sus sentidos acató en silencio sus órdenes.
Roja amapola desangrándose, su boca abierta y húmeda exhalando suspiros enlazados con gemidos. Relámpagos cruzaban su espina y su cintura se cimbraba en cada azote de corriente, mientras su piel tejía rosarios con perlas de sudor.
Los ojos enrojecidos de lujuria de él aprendían de memoria cada centímetro de territorio dominado, cada rincón, cada hendija, cada abrevadero. De pronto penetraban sus ojos negros como la noche, abiertos, destellantes, con ese brillo especial que solo da la luz que brota del alma, engarzados en oscuras pestañas lo miraban con sumisión y a la vez placer, cuando ella los entrecerraba para agudizar sus sentidos, esas brazas de fuego se detenían en las lunas anochecidas de sus senos, erguidos, duros, perfectos, dos frutos maduros y perlados de rocío que se ofrecían a su boca ávida. Hambriento y sediento hundía el marfil de sus dientes con suavidad y chupaba como un niño, con dulzura por momentos, con un dejo de violencia sutil otra.
Sus manos recorrían maestras el cordaje de sus sentidos y la melodía que sacaba de ella era perfecta. Sus muslos firmes y torneados eran dos columnas de ébano por las que debía pasar antes de entrar al santuario donde depositaria la ofrenda después del sacrificio. El templo estaba frente a sus ojos, la doncella preparada, su puñal de obsidiana penetró la carne virgen, la oscura flor abierta se deshizo en dulce fluido rojo mezclándose con el níveo y espumoso licor de la ofrenda.
Un grito salvaje emanado de lo más profundo del alma se fundió con el gemir jadeante de ella. Una nube negra ensortijada se desparramó sobre la almohada, su cuerpo recién iniciado en los ritos del amor se desplomó relajado.
Él salió del templo exhausto, sus ojos no perdían la lascivia, insaciable preparó su puñal para hundirlo nuevamente en la carne desflorada; ella abrió los ojos y solo con una mirada rogó, suplicó que volviera a hacerlo.



ANGELA TERESA GRIGERA
Imagen tomada de la red




lunes, septiembre 10, 2007

LA SANGRE ME IMPRESIONABA






"El necesitaba que le escribiera con sangre su cuerpo, con la sangre que bullía loca por mis venas cada vez que lo tenía cerca. Que le escribiera en sus labios palabras sensuales con mi lengua húmeda de mieles y menta.
Necesitaba que mis dedos dibujaran en su espalda rosas embriagadas de sudor cuando su cuerpo se quebraba sobre mis senos erguidos en busca de su boca jugosa y ávida de las corolas de mis pezones doloridos del deseo que me provocaba su piel.
El necesitaba embriagarse del olor de nuestros cuerpos crepitando en la hoguera de la lujuria que nos desvelaba en largas noches de amor desbocado, como potros salvajes.
Sus manos eran artífices perfectos, era un concertista eximio que arrancaba las notas más exquisitas de mi cuerpo convertido en su caja de resonancia.
Volaban palomas desde mis venas a mi corazón encerrado en la cárcel de mis costillas, que no permitían que en vuelo insuperable se escapara de mi pecho, cada vez que con suave y rítmico moviendo entraba en mi cuerpo codicioso de poseerlo.
El necesitaba de mí respiración insuflándole vida, aliento, cuando su jadeo me indicaba que estaba llegando al máximo de su goce, casi al paraíso, y sus ojos destellaban el placer que sentía.
Mis manos diagramaban en sus caderas el vuelo que lo llevaba al nido de mi pelvis donde caía agotado suavemente para dormitar en mi pecho agitado que acunaba su rostro pleno de satisfacción.
Me necesitaba como el pan el hambriento, o la misericordia el mendigo, moría y renacía en las orillas de mis muslos, bebía mi humedad como lo hace el sediento con un vaso de agua hasta saciarse y se convertía en esclavo de mis fantasías que gozaba febrilmente, delirando como loco.
Nunca nadie había despertado en mi esa necesidad de complacer el cuerpo hasta más allá de lo posible como ese hombre que me convertía en diosa y esclava y él a su vez se transmutaba en ángel y demonio, subiéndome al cielo en sus brazos y hundiéndome en el infierno mas cruel cuando se despegaba de mi cuerpo que sentía el dolor inmenso de su alejamiento, como si fuera un árbol al que lo desgajan, porque eso parecía él en mí, un apéndice de mi cuerpo, una rama de mi tronco.
Él necesitaba que le escribiera con sangre en su cuerpo de almendra madura que lo amaba, que lo necesitaba, y en su obsesión suplicaba con besos que arrancaba de mi boca a veces mordiendo mis labios, con caricias que vestían mi piel de temblores, rogaba dibujando con su boca, sus dedos, su lengua, paisajes en mi vientre con nubes azules, cielos rosas en mi espalda, creaba manantiales en la cascada de mi pelvis y hallaba la perla del goce perfecto en su búsqueda insaciable por regalarme el mar infinito del placer
Pero nunca pude escribir con sangre, porque mi técnica era deslizarme suavemente por su cuerpo, caminar por sus planicies con la delicadeza del vuelo de las mariposas, cubrirlo de placer sin dañarlo, elevarlo a la cumbre del goce embriagándolo con el perfume de mi piel, enredándolo en la suavidad de mi cabello, extasiándolo con caricias de seda.
Solo podían mis ojos gritar que lo amaban, mis labios susurrárselo mientras besaban su cuello y jugaban con el lóbulo de su oreja, mientras caían mis besos como guirnaldas por su torso perlado de sal, pero no le bastaba, no entendía, mi hombre, no comprendió nunca que la sangre me impresionaba.

Angela Teresa Grigera
Imagen tomada de internet




sábado, septiembre 01, 2007

Una copa de vino, la lluvia y tú



Una copa de vino, la lluvia y tú
me vuelven loca.
Tus labios tibios sobre mi piel
arden en fuego y cual papel
me desintegro bajo tu boca.

Melodía dulce…otoñal
toca la lluvia sobre el cristal,
el vino aleja toda razón
y en rojas alas de la pasión
desvarío contigo y me trastocas.

Una copa de vino, la lluvia y tú
solo provocan
cruzar tu cuerpo de norte a sur
y entre tus muslos ser mariposa.

Danza mi lengua sobre tu piel
y me alucina
jadeante te internas dentro de mí
y me dominas

Una copa de vino, la lluvia y tú
me vuelven loca,
y desquiciada bebo hasta el fin
la dulce esencia que tú derramas
sobre mi boca

Angela Teresa Grigera
Imagen tomada de Google.com






viernes, agosto 24, 2007

Una oración


Una oración por todos los muertos y por todos los hermanos vivos y desgarrados por las perdidas de sus seres queridos en Perú.

Una oración para que el alma de los hombres sea mas generosa, más piadosa y les hagan llegar a los desposeidos el plato de comida que nunca falta en la mesa de los poderosos que hoy, sin verguenza alguna, mandan camisetas con leyendas politicas en lugar del pedazo de pan y el vaso de leche que pueda saciar el hambre de nuestros hermanos peruanos.

Una oración para que el hombre deje de ser el enemigo del hombre, más enemigo que la naturaleza enfurecida.
No importa tu credo, solo te pido una oración desde tu alma y prende una vela por todos nuestros hermanos que sufren
Angela Teresa Grigera

miércoles, agosto 15, 2007

No estás conmigo





Se silencia la tarde sobre tu ausencia
se silencia este ocaso que cae
como mortaja amarga sobre mi lecho.
Ni sopla el viento
buscando enredarse en tu silueta,
ni se mece la luna en el manso río,
ni llora la lluvia su desconsuelo,
ni suspiran los árboles muertos de frío.

Este invierno tan crudo
se instaló en mi alma,
la soledad me asfixia
y es que no estás conmigo.

Y hay un silencio que duele
como una daga que se hunde profundo
convirtiéndose en grito,
más que un grito un aullido
de animal salvaje que cae mal herido,
y mordiendo mis manos hasta sangrarlas
amordazotu nombre que fue tan mío
y en estas noches, las más largas que he vivido
siento solo tu ausencia como un castigo

Este invierno tan crudo
se me ha hecho carne…
la soledad me ahoga
y es que no estás conmigo.

Angela Teresa Grigera

Imagen tomada de la red


lunes, julio 30, 2007

AUNQUE DUELA



Ámame aunque te duela, como me duele amarte.
con ese dolor que aflora de las entrañas,
se padece en los huesos, quema la carne
y fluye ardiente por las venas hasta tensar las arterias,
ese dolor que estalla en las sienes.

Ámame aunque duela tanto…tanto…
que no puedas vociferar…ni llorar…
que la aflicción te deje mudo
y solo puedan tus manos gritar de dolor
aferradas a mi cuerpo sediento del tuyo,
que tus labios húmedos, acongojados,
buscando saciarme apenas murmuren mi nombre agónicamente,
y tu sexo…ah tu sexo,
exhausto caiga irredento entre mis muslos,
barrotes de la cárcel de mi carne dolorida
y a la vez gozosa de tanto placer.

Ámame aunque te duela el cuerpo…el alma,
sin piedad por ti mismo como yo no siento piedad por mi
que sufro en esta loca batalla
donde celos…pasión…ansiedad…desenfreno
combaten a diario quitándome el sueño,
cada vez que tu cuerpo se desprende de mi cuerpo
como hoja arrancada por el viento,
cada vez que la duda me aniquila
y los temores me abrazan llenando de espinas el alma.

Placer…dolor…euforia…melancolía…
torbellino de sentimientos, de sensaciones
que nos envuelven enlazados al amor.
Ámame aunque te duela hasta lo más profundo del ser
aunque sientas que mueres como yo muero
de tanto amarte sin medida ni indulgencia,
sin razón, hasta el desvarío de no saber ya quien soy
olvidando que existe otro mundo que no eres tú.

Angela Teresa Grigera

Imagen tomada de internet



miércoles, julio 11, 2007

FRÍO INCOLORO




Todos sus besos fueron amargos clavos de marfil lastimando mis labios, perforándolos hasta sangrarlos y desangrarlos lentamente dejándolos secos, resquebrajados como tierra sedienta. Cada uno de sus besos húmedos, fueron ácido vertido lentamente, desintegrando mi lengua hasta quedar muda.
Cuando se secó mi boca y quedó en mi rostro una mueca patética, sus manos acariciaron los restos de mis labios, una piel morada hecha añicos se desprendió en pequeñas escamas y quedaron adheridas a la yema de sus dedos. Llevó sus dedos a la boca y comenzó a lamerlos vorazmente saboreando hasta la última gota dulce que le ofrecí antes de hundir mis dientes en su corazón convertido en hielo y comérmelo a pedazos, mientras las astillas frías helaban mi sangre.
Desde entonces nunca jamás volví a sentir sabor dulce en mi boca, desde entonces solo una triste mueca simula una sonrisa detrás de unos labios ajados, secos y por mis venas corre un río frío e incoloro, es por eso que mis labios se ven tan lívidos, mi corazón casi no late por lo que a veces no sé si estoy viva o muerta.
De él, solo sé que sin corazón deambula en la oscuridad, me han dicho que lo han visto lamiéndose las yemas de los dedos como un desquiciado y que de sus pestañas cuelgan lágrimas azules. Pero no creo en las fantasías de la gente, él nunca supo lo que era una lágrima, es más jamás creyó en mi llanto, lo que sí creo es cuando dicen que en su costado izquierdo hay un hueco, ese vacío pertenece a su corazón y ese corre por mis venas convertido en un líquido gélido y transparente que pone lívidos mis labios.
Angela Teresa Grigera
La imagen es tomada de internet